Náuseas y vómitos por quimioterapia: estrategias actuales de prevención y manejo

Las náuseas y vómitos inducidos por quimioterapia (CINV, por sus siglas en inglés) son efectos secundarios comunes que afectan significativamente la calidad de vida de los pacientes oncológicos. Aunque la quimioterapia ha avanzado en eficacia, sus efectos adversos siguen representando un desafío físico y emocional.

Afortunadamente, hoy existen estrategias médicas y personalizadas para prevenir y manejar este problema. En este artículo, exploramos los enfoques actuales, tanto farmacológicos como complementarios, para reducir al máximo este malestar.

Por qué ocurren las náuseas y los vómitos tras la quimioterapia

Náuseas y vómitos por quimioterapia: estrategias actuales de prevención y manejo

La quimioterapia actúa sobre células de rápida división, pero también puede afectar estructuras del cuerpo involucradas en el control del vómito, como el sistema gastrointestinal y ciertas zonas del cerebro. Al liberar sustancias como la serotonina, el cuerpo desencadena una respuesta que activa el reflejo del vómito.

La intensidad de las náuseas y los vómitos varía según el tipo de medicamento, la dosis, la vía de administración y las características individuales del paciente. Algunos quimioterápicos, como el cisplatino, son altamente emetógenos, mientras que otros tienen un impacto más leve.

Clasificación de los tipos de CINV

Identificar el tipo de náuseas y vómitos es clave para establecer el tratamiento más adecuado. Se clasifican en:

  • Agudos: ocurren dentro de las primeras 24 horas tras la quimioterapia.
  • Retardados: aparecen después de las 24 horas, incluso varios días después.
  • Anticipatorios: se desencadenan por estímulos previos al tratamiento, debido a experiencias pasadas negativas.
  • Refractarios: persisten a pesar del tratamiento antiemético adecuado.
  • Intercurrentes: surgen entre ciclos, sin exposición inmediata al fármaco.

Esta clasificación permite adaptar las estrategias de prevención y tratamiento según cada caso.

Estrategias farmacológicas: la base del manejo clínico

La prevención farmacológica ha mejorado gracias a la combinación de diferentes clases de medicamentos, como:

  • Antagonistas de receptores de serotonina (5-HT3): como ondansetrón, granisetrón.
  • Antagonistas de neuroquinina 1 (NK1): como aprepitant o fosaprepitant.
  • Corticoides: especialmente la dexametasona.
  • Benzodiacepinas y antipsicóticos: en casos específicos.

El tratamiento se personaliza según el riesgo emetógeno del quimioterápico y el historial clínico del paciente. En algunos casos, se utilizan protocolos combinados en dosis ajustadas, antes y después del tratamiento.

Estrategias no farmacológicas y apoyo complementario

Además de los medicamentos, existen medidas complementarias que pueden ayudar a disminuir las náuseas:

  • Técnicas de relajación o respiración consciente.
  • Acupresión o acupuntura, con evidencia positiva en algunos estudios.
  • Modificaciones en la dieta: como evitar comidas grasosas, comer en pequeñas porciones y mantener líquidos a temperatura ambiente.
  • Apoyo psicológico y terapia conductual, especialmente en CINV anticipatoria.

También se ha demostrado útil el uso de aplicaciones móviles o diarios de seguimiento, como NaVIQ, que permiten registrar síntomas y ajustar el manejo de forma personalizada.

El papel del equipo multidisciplinario en el manejo del CINV

El papel del equipo multidisciplinario en el manejo del CINV

La participación de un equipo de salud integrado —oncólogo, enfermería, farmacia hospitalaria, nutrición y psicología— es clave para abordar este efecto adverso de manera eficaz. La educación del paciente también juega un rol esencial: conocer qué esperar y cómo actuar ayuda a reducir la ansiedad y mejora la adherencia al tratamiento.

El uso de herramientas de seguimiento y evaluación sistemática del CINV permite tomar decisiones clínicas informadas y ajustadas a cada ciclo de quimioterapia.

Conclusión: aliviar el camino del tratamiento oncológico

Controlar las náuseas y vómitos no es solo una cuestión de confort, sino un factor determinante en la continuidad del tratamiento y el bienestar integral del paciente. Con los enfoques actuales —farmacológicos, complementarios y personalizados— es posible minimizar este efecto adverso y acompañar mejor a cada persona en su proceso oncológico.

Porque el tratamiento contra el cáncer debe ser eficaz, pero también humano, tolerable y centrado en la calidad de vida.